Durante mi viaje a Madrid, tuve la gran suerte de toparme –por obra del destino, porque yo no tenía ni idea– con una exposición de arte dedicada completamente a la obra de uno de mis artistas favoritos: Alphonse Mucha.

Esta exposición organizada y producida por Arthemisia, en colaboración con la Fundación Mucha y comisariada por Tomoko Sato –conservadora de la Fundación Mucha desde 2007–, está situada en el impresionante Palacio de Gaviria hasta el 25 de febrero. Puedo decir que, hasta la fecha, ha sido la exposición de arte que he visitado que más me ha gustado y que mejor organizada y explicada me ha parecido que estaba –terminé por comprarme un libro de la exposición, con eso lo digo todo–.

Con que espero, querido lector, que con este post pueda contagiarte un poco de esta pasión que tengo por este gran artista (y por la Historia del Arte, en general) y que te animes a ir a visitarlo –estoy segura que le encantará conocerte–.

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No recuerdo cuándo fue la primera vez que nos conocimos, puede que en aquella clase de Historia del Arte en Segundo de Bachiller, aunque sus obras ya me eran familiares; sin embargo, al estudiarlo fue cuando surgió mi primer flechazo artístico-amoroso. Después de eso, vinieron los fondos de pantalla y el calendario de 2016 con obras suyas, una búsqueda de información más exhaustiva (gracias al cielo, sin orden de alejamiento), intentos fracasados por imitar sus obras,… Vamos, lo que se suele llamar una obsesión en toda regla. No obstante, lo que más me conectaba, y lo sigue haciendo, a este artista es su faceta como publicista y diseñador –él fue una de las personas que me inspiró a estudiar Publicidad y Relaciones Públicas, pues gracias a sus obras vi que lo artístico y lo comercial podían vivir en sintonía y crear algo que perdure en el tiempo como fuente de inspiración para otras personas–.

Las estaciones (1896)
Las estaciones (1896)

Para mí, Alphonse Mucha es un ejemplo a seguir que, además, me recuerda a mis tan adorados artistas florentinos del Renacimiento con esa versatilidad para adaptarse a cualquier actividad que se le viene encima –me gustaría saber qué es lo que pensaría Christian Gálvez acerca de esta comparación con su Leonardo da Vinci–. Cartelista, diseñador de joyas, decorador de interiores, escenógrafo teatral, diseñador de producto y de packaging (¡diseñó los primeros billetes y sellos de Checoslovaquia!), pintor, ilustrador, escultor, fotógrafo, profesor de arte y pensador político; considerado, además, como el máximo exponente del art nouveau; Mucha, el gran checo, combinaba todas estas disciplinas para crear un arte totalmente personal, nuevo y único que, hoy en día, es reconocido por más de medio mundo.

“El arte es la expresión de los sentimientos más íntimos… Una necesidad espiritual”

Una persona totalmente implicada con su trabajo, que supervisaba cada fase de este cuando estaba en manos de otros –consiguiendo con esto un resultado de calidad al más puro «estilo Mucha»–; abierto a nuevas corrientes, pero sin caer en fanatismos absurdos que lo alejasen de su propia personalidad como artista pensante, tal y como él se definía; un gran pensador que no se conformaba con lo que decían que tenía que ser, sino que exploraba sus propias respuestas en pos de crear una corriente de pensamiento que beneficiara a la humanidad, pero especialmente a su amada Checoslovaquia; un artista que buscaba crear un arte que pudiera llegar y ser disfrutado por todo el mundo, sin excluir a nadie por su condición… ¿No te parece que es todo un personaje digno de admirar?

Poster para Monaco - Monte Carlo (1897)
Poster para Monaco – Monte Carlo (1897)

“Prefiero crear imágenes para la gente a producir arte como un fin en sí mismo”

Alphonse Mucha, en palabras de Tomoko Sato (2017), fue un artista del art nouveau capaz de responder a las expectativas de una nueva época mediante la creación de un estilo internacional que bebía de sus raíces checas, haciendo de los carteles una nueva forma de arte.

“Las calles se convirtieron en exposiciones de arte al aire libre”

Poster para Moët & Chandon: Dry Imperial (1899)
Poster para Moët & Chandon: Dry Imperial (1899)

No sé si lo sabrás, pero soy una apasionada de la filosofía –no solo de la de Platón y Aristóteles, ¡hay muchos filósofos viviendo ahora entre nosotros!– y cuando vi que parte de la obra de Mucha es una disertación filosófica a través de la pinturaLe Pater y la Epopeya eslava–, algo en mi interior terminó por caer rendido del todo ante sus pies. ¡Si es que lo tiene todo para conquistarme!

“El objetivo de mi trabajo nunca ha sido destruir, sino construir, unir; porque hemos de abrigar la esperanza común de que la humanidad camine junta, y eso será más fácil cuanto mayor sea la compresión recíproca”.

 

Le Pater: no nos dejes caer en la tentación y libramos del mal (1899)
Le Pater: No nos dejes caer en la tentación y libramos del mal (1899)

Alphonse Mucha es conocido, sobre todo, por sus carteles publicitarios llenos de mujeres de una sensualidad que traspasa la barrera del lienzo y que hechiza al espectador. Sin embargo, es un artista que va mucho más allá del mundo de los placeres propios de la cultura consumista, y también trabajó dentro del mundo de la pintura tradicional con el fin de dar voz a su patria, la cual se encontraba en una sociedad que acallaba sus intentos de lucha por una Checoslovaquia independiente. Asimismo, su arte también evolucionó a través de la fotografía, rama con la que experimentó junto a otros autores, como Gauguin, y empleó para perfeccionar sus trabajos pictóricos.

Mientras paseaba por los pasillos del espacio expositivo, me dejaba sorprender por esta faceta del artista, quedándome anonadada por las emociones que conseguía expresar y trasladarme; especialmente, a través de las mirada de sus personajes, los cuales se levantaban airosos para retarte desde sus enormes vitrinas, dando igual que fuesen bocetos, óleos o ilustraciones.

“El maravilloso poema del cuerpo humano […] y la música de los trazos y los colores que brotan de las flores, hojas y frutos son los maestros más evidentes de nuestros ojos y nuestro gusto”

Mucha decía que la misión del arte es expresar los valores estéticos de cada país siguiendo la belleza de su espíritu y que, por ende, la misión del artista es enseñar a la gente a amar dicha belleza. Mientras contemplaba la sección de sus cuadros más patrióticos, sentía como lograba trasladarme su pasión por su Checoslovaquia, su dolor por los sufrimientos de su pueblo y su deseo de crear una patria unida que viva en paz; era como estar oyendo un continuo grito de orgullo y rabia a través de sus lienzos.

Coro de los profesores de Moravia (1911)
Coro de los profesores de Moravia (1911)

La exposición analiza la carrera de Mucha a través de casi 200 obras pertenecientes a la Mucha Trust Collection. Además, el espacio expositivo está dividido en 6 secciones de acuerdo a los 6 aspectos más destacados de la personalidad del artista –bohemio, creador de imágenes para el gran público, cosmopolita, místico, patriota y filósofo–, ayudando, así, a comprender con una mayor profundidad su compleja personalidad y extenso trabajo, de una manera fácil de entender y difícil de olvidar.

Puede que Mucha sea un autor desconocido para gran parte del público, sin embargo, sus creaciones han sido una gran influencia para numerosos artistas y diseñadores, y su estilo es algo que no pasa desapercibido. Ha sido una persona que ha roto con lo establecido, que ha traspasado la barrera de la estética superficial y ha ido mucho más lejos, y que ha sabido dejar su huella a través de un legado que, a su vez, ha servido de inspiración para otros. Después de haberle conocido de esta manera tan especial y personal, puedo decir que Alphonse Mucha es uno de mis artistas favoritos.

“Qué valioso es mi tiempo. Hermoso y valioso, cada minuto […]. Mi misión persiste […], no se agotará. No: cuanto más viva, más grabada estará en mi alma”.

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