Siento que me olvidé de mí hace tiempo,
que me dejé caer en el cajón de lo ajeno,
dejando de ver el vaso medio lleno,
dejándome hundir por su propio peso.
Seguí las pisadas de un extraño
para al final descubrir
que no llevaban a ningún lado.
Solo fui un perro
que se dedicaba a seguir a su amo.
Sucumbí a los deseos de otros
y olvidé cumplir los míos propios.
Tan solo fui un juguete
con el que su dueño se cansó de jugar.
Me rompí
y Andy no estaba allí para reparar
el daño que otras manos hicieron.
Pero lo peor de todo es
que me dejé de querer
por complacer
los juegos de otros.