Lunes de sí quiero.
De mojarnos haciendo y deshaciendo planes.
Desmontando torres de arena
y forjando castillos de acero.
Noches para pasear descalzos en el tejado.
Cerveza en mano.
De bebernos a morro
y de relamernos la espuma de los labios.
Bailes improvisados,
sin música en los zapatos.
Suena la lluvia
y los truenos golpean la caja rítmica,
acelerando pulsaciones,
improvisando respiraciones.
Luces agonizantes que se apagan en la lejanía.
Yo me voy con ellas.
Tú te enciendes… Me enciendes.
Y todo se ilumina,
siguiendo la melodía de dos gatos extraviados,
con agua en los zapatos.
Todo encaja, sin forzar.
Piezas del puzzle que vuelven a juntarse.
Buscan una imagen,
pero se quedan en lo abstracto.
Intentan explicarse,
pero se pierden en las palabras.
No importa.
Los lunes de sí quiero
están hechos
para hacer el amor.