¡No sé si voy a llegar a tiempo! Uf, igual ya ni quedan entradas… No me lo puedo creer, tantos meses de espera y el día del estreno voy a perdérmelo por haberme quedado enganchada frente al espejo cantando canciones de Abba… ¡Solo podía ocurrirme a mí! Pero no, al final llego a tiempo y ¡todavía quedan entradas!

Una vez dentro de la sala de cine, cargada con mi bolsa de palomitas de El Rincón y mi botella de Coca Cola – sí, pertenezco a ese gran porcentaje de personas que entran comida al cine para no tenerse que gastar aún más dinero en cualquiera de los menús que te ofrecen dentro –, espero a que las luces se apaguen. Estoy nerviosa, llevo tanto tiempo queriendo verla que no quiero decepcionarme. ¿Sacarán los famosos pasajes tan polémicos del libro? ¿Y el de la tortuga que no llegué a entender del todo? Si lo hacen, ¿de qué modo aparecerán? Se me hace muy difícil creer que los vayan a sacar tal cual, igual hacen solo algún tipo de alusión. Y los sustos, ¿serán los mismos que en el libro? ¡Ay! ¿Cómo será el encuentro entre Georgie y Pennywise?

Shhh… Apagan las luces y aparece el logotipo de Warner Bros, junto a él flota un globo rojo. Me acomodo en el asiento, esto pinta bien. Estoy preparada para vivir los 135 minutos más aterradores y divertidos de mi vida. ¿Acaso pensáis que es algo incompatible?

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No sabéis cuánto tiempo llevaba deseando poder ver el remake de la película It, más o menos desde que vi escondido al sueco Bill Skarsgård tras una columna de globos rojos. Tampoco es que haya tenido que esperar 27 años a que volviera el tenebroso payaso Pennywise, pero casi – posiblemente, desde que leí el libro de mi querido Stephen King.

Para aquellos que desconozcan la historia que rodea al pueblo ficticio de Derry, os haré un breve resumen. Sin embargo, antes he de deciros que, sobre todo para aquellos que os hayáis leído el libro, este remake compone la parte I de las dos películas que van a producir y, por tanto, tan solo relata el primer encuentro entre los protagonistas y Eso. De modo que solo me centraré en los acontecimientos que se desarrollan durante la etapa adolescente de estos.

Desde hace siglos, un ser maligno que adopta la forma de un payaso llamado Pennywise (Bill Skarsgård), es el encargado de sembrar una estela de misteriosas e inocentes desapariciones en un pequeño pueblo del estado de Maine. Este monstruo se manifiesta a través de los peores miedos de los niños y se alimenta de ello.

Tras 27 años de hibernación, Eso vuelve a despertar. Un grupo de siete niños, los cuales se hacen llamar El club de los perdedores o Los perdedores, unidos por su lazo de amistad buscarán acabar con el terror que se cierne bajo la red del alcantarillado de Derry y que tiene cegados a sus habitantes desde hace tiempo, enfrentándose así cada uno a sus peores pesadillas.

Lo que me transmitió la película de It fue un terror totalmente distinto al que acostumbro a ver en la pantalla del cine. El ente maligno ya no se esconde tras unas sombras que poco a poco van revelando más y más de su naturaleza demoniaca hasta llegar a un final de lo más fantasioso, y que deja de lado ese terror inicial que toma como base la ambigüedad; si no que, desde un principio, vemos al monstruo, encarnado en la figura de Pennywise, un payaso de aspecto alegremente perturbador que se alimenta de los miedos más profundos de los niños. Es decir, con este filme volvemos a encontrarnos con el terror clásico de los años 80-90, con esos seres monstruosos con los que los niños no podían dormir en toda la noche y con ese Thriller de Michael Jackson lleno de zombis y hombres lobo bailando bajo la luz de una luna llena que embruja.

Con Pennywise ocurre lo mismo. Durante toda la película, tienes la sensación de que en cualquier momento va a salir de la pantalla, materializándose en cualquiera de tus miedos infantiles, y que te va a sonreír con esa boca tan inquietante, sin fin, y que parece saborearte incluso antes de haberte atrapado. Todo esto, su caracterización y su sed de sangre, hacen de él una fabrica de miedo que enciende sus motores en cuanto ves aparecer uno de sus globos rojos.

 

“Todos flotamos aquí abajo”.

 

Sin embargo, lo que más me sorprendió de la película fueron sus puntos de humor. It no se limita a relatarnos una historia de miedo, más bien nos recuerda el camino que supone hacerse mayor.

Todos hemos pasado por esa fase de mirarnos en el espejo y no reconocernos, no solo por nuestra cara llena de espinillas, puntos negros y dientes cubiertos de brackets de colores; si no, también, por el nuevo yo que nace en nuestro interior y al que intentamos conocer y comprender. Es un momento en el que nos sentimos adultos y queremos que nos traten como a tales, pero al mismo tiempo somos incapaces de abandonar nuestro mundo de fantasía. Nos sentimos incomprendidos, a veces creemos que estamos solos y nadie más nos entiende. Sin embargo, no nos rendimos y, a la vez que nos buscamos a nosotros mismos, también nos refugiamos en nuevas amistades que nos hacen olvidar que estamos solos, haciéndonos ver que formamos parte de algo y que somos importantes dentro de ese mundo de caos en el que últimamente estamos. El lenguaje obsceno comienza a formar parte de nuestro vocabulario, como un escudo que nos protege de los monstruos de fuera y que nos permite hacernos los tipos “duros” y, así no mostrar todos los nuevos miedos que nos persiguen. Además, conocemos a nuestro primer amor dentro de un paisaje lleno de inocencia, vemos como se despiertan en nosotros sentimientos que hasta la fecha desconocíamos. Es un tiempo de buscarnos y descubrirnos, de jugar al gato y al ratón, a ser como los aventureros que soñábamos ser de pequeños.

It refleja a la perfección esa etapa de nuestras vidas, quizás por eso es tan fácil conectar con la película y con sus personajes. ¿Quién no le ha escrito un torpe poema a la persona que le gustaba?

Otra de las partes que ayudan a conectar tanto con el filme es que apenas hay cabida para los adultos, teniendo estos tan solo apariciones esporádicas que se limitan a imponer un toque de queda o a intentar cortar las alas de sus protagonistas. A todos nos ha pasado, ver a nuestros padres como entes que no comprenden el “infierno” que estamos viviendo; ¡incluso se nos hace imposible imaginarnos a ellos pasando por lo mismo!

It nos muestra el mundo adulto como un reflejo de la perversión del mundo de la inocencia, en el que, la mayoría de las veces, los monstruos no tienen un aspecto terrorífico, sino que son seres que conviven con nosotros en nuestro día a día. It te hace preguntarte quiénes son los verdaderos monstruos.

 

“Porque cuando eres un niño y estás solo, los monstruos ven que eres débil y ni si quiera los ves venir… Hasta que es demasiado tarde”.

 

A través de los miedos infantiles que aparecen, de las bromas subidas de tono, de la inocencia de sus mentes, de su espíritu de lealtad y de grupo, de su primer contacto con el sexo opuesto y, sobre todo, a través de la valentía con la que cada uno de sus personajes se enfrenta a su destino, It es una película que merece ser vista más de una vez para poder llegar a entender todas las capas que lo conforman.

 

CURIOSIDADES:

El argentino Andrés Muschietti – director de Mamá – ha sido el encargado de llevar a la gran pantalla esta adaptación de la célebre novela homónima de Stephen King, It (1986), 27 años después del estreno del telefilme (1990), dirigido por Tommy Lee Wallace. ¿Creéis que es una coincidencia?

La primera parte de la película se desarrolla alrededor de 1989, mientras que en el libro tiene lugar en 1958.

Con el objetivo de llegar a una generación donde la visión de un monstruo ya no sorprende a los adolescentes, el vestuario de Pennywise es un elemento fundamental para traspasar esa barrera de pasividad. Su diseñadora, Janie Bryant, se inspiró en un vestuario de épocas como la Edad Media, el Renacimiento, la Isabelina o la Victoriana, con la idea de reflejar todas las vidas pasadas de este terrorífico ser.

A la hora de crear el personaje de Pennywise, Stephen King se basó en el asesino serial John Wayne Gacy, un animador de fiestas infantiles al que se le acusó y condenó por abusar y asesinar de 33 niños, bajo el seudónimo del payaso Pogo.

Derry, situada en el estado de Maine, es la ciudad ficticia predilecta de Stephen King, por algo tiene 6 de sus obras ambientas en ella: It (1986), Insomnia (1994), Saco de huesos (1998), El cazador de sueños (2001), Una extensión justa (2010) – uno de los relatos que aparecen en su libro Todo oscuro, sin estrellas (2010) –, 11/22/63 (2011).

Ninguna de las adaptaciones de la novela a la gran pantalla han incluido las escenas más controvertidas del libro, entre las cuales destaca la famosa escena en la que El club de los perdedores pierde la virginidad con Beverly dentro del laberinto de cloacas. Stephen King justificó dicho pasaje. ¿Qué opináis vosotros?

“No estaba realmente pensando en el aspecto sexual de eso. El libro trata de la niñez y adultez. Los adultos no se acuerdan de su niñez. Ninguno de nosotros se acuerda de lo que hicimos cuando éramos pequeños, creemos que lo hacemos, pero no nos acordamos cómo sucedió de verdad. Intuitivamente, los Perdedores sabían que tenían que unirse una vez más. El acto sexual conecta la niñez con la adultez. Es otra versión del túnel de vidrio que conecta la biblioteca de niños y la de adultos. Los tiempos han cambiado desde que escribí esa escena y ahora hay mayor sensibilidad con esos temas”.

Bill Skarsgård se ha convertido en el cuarto Skarsgård en entrar dentro de la industria del cine. Hijo del famoso actor sueco Stellan Skarsgård y hermano de los conocidos Alexander, por su papel de Tarzán en La leyenda de Tarzán (2016), y Gustaf, el famoso Floki en la serie de Vikingos.