Me aterra ser el pájaro que prefiere seguir viviendo en el eterno exilio del cielo, contemplando y conformándose con las sobras del paisaje que le rodea, sabiendo que puede volar y llegar alto, pero sin atreverse a desplegar las alas y alejarse del suelo.
Siempre encerrado entre barrotes, en la jaula de un tiempo que él mismo se ha impuesto. Soñando siempre entre serrín y alpiste, picoteando lo poco que le llega y se cuela en su celda.
Ha olvidado lo que se siente al rozar el viento, el revuelo de un plumaje que resplandece yendo a contracorriente, sin seguir ni el sentido ni la dirección de nadie, sin permitir que nada le cambie.
¡Qué bonito es mirar el cielo y sentir por un momento que eres libre para volar! ¡Sin que nada ni nadie te retenga! ¡Sin que esos pensamientos autodestructivos te puedan!
¡Qué bonito es dejar este peso que siempre te acompaña y te arrastra atrás! ¡Qué sensación es la de acompasar la ligereza del vuelo en un baile infinito que juega a revolver la espuma del cielo, a enredarse entre tus cabellos, a rozar y gozar contigo, sin que la norma irrumpa, sin que la alarma rompa y destruya el hechizo!
Tal vez solo sea uno de esos pájaros a los que les da pánico volar, que viven y mueren sin haber sido libres, siempre en cautividad, sin haberse atrevido a liberarse de las cadenas de su tiempo, de su condición de simple gorrión.
Tal vez sea halcón y viva como avestruz, siempre mirando al suelo, enterrada y aterrada de mi propia naturaleza indómita, cagándose de miedo y poniendo huevos que solo sirven de alimento para otros.
Tal vez sea cisne y vivo hundido entre patos, incapaz de entrever mi reflejo en las aguas turbias de este estanque del que huyo, incapaz de levantarme y crecer creyendo en mí misma.
Tal vez solo se trate de un sueño, de uno de esos en los que creo que vuelo, en los que el plumaje me envuelve y a nada temo; agitando mis alas y revolviéndolo todo, alzándome sobre el suelo, olvidando lo que es ser humano y vivir encerrado en la presión de la carne y el hueso; viendo como poco a poco todo se va haciendo más pequeño, como me convierto en gigante, brillando con el sol, invencible y eterno.
Tal vez solo sea uno de esos sueños en los que me alejo y ya nunca mas vuelvo, soñando que soy un pájaro, que tengo alas y alzo el vuelo.