Últimamente, siento que estoy en un momento de mi vida en el que no dejo de cruzarme una y otra vez conmigo misma, como si estuviera atrapada en una de las escaleras interminables del surrealista Escher. Subo y bajo sin sentido alguno, desubicándome cada vez más en direcciones que no terminan de llevarme a ninguna parte. Me veo proyectada en todos los niveles posibles, en un sinfín de yoes que imitan cada uno de mis gestos, que están repartidos en pasado, presente y futuro, repitiendo, haciendo o a punto de cometer los mismos errores en los que caí yo. Por más que huya, aquí y allá estoy, sin terminarme nunca de recorrer, sin dejar de verme mire al lugar que mire. No puedo evitar observar …
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En las vías que nos perseguían
Hay susurros que todavía me persiguen por los andenes que una vez nos lanzamos a explorar. Andenes que ya no tienen propietario ni destino, que han quedado enterrados bajo el polvo de sus estaciones. Sí, aquellas estaciones por las que un día caminaron tantos hombres, algunos que iban de paso y otros que volvían para quedarse. Viejas huellas de pisadas ajenas vuelven a aparecer bajo sus polvorientas capas, aquellas que tanto me esforcé en ocultar y que tan caras me salieron. Están impresas con fuerza, como el quemazón de un hierro candente sobre la fragilidad de una piel que no acostumbra a sufrir… Todavía duelen. Notas profundas y graves se escapan de trenes abandonados que jamás volverán a ser usados, componiendo la melodía principal de …
Nuevas cicatrices
Y voy por aquellos lugares que una vez hicimos nuestros, desdibujando cada huella que pisé contigo, borrando los recuerdos que se esconden en forma de polvo entre sus paredes de ladrillo. Paseo por cada uno de sus rincones para demostrarme a mí misma que ya no hay nada entre nosotros, ninguna mota escondida entre alguna cavidad de entre mis costillas. Ya es hora de hacer una limpieza general, de tirar los viejos recuerdos que lo único que hacen es ocupar el espacio de los nuevos que poco a poco empiezo a coleccionar. Al final, te has convertido en una moda pasajera, pero quién me lo iba a decir, tú que te agarraste con tanta fuerza a esos últimos días de verano, yo que alargué lo …
Mi barco y yo
El agua del mar se reflejaba en sus ojos color salitre, siendo dos tormentas grises que ningún marinero se atrevía a escrutar. La espuma que chocaba contra la popa, se quedaba atrapada en su espesa y andrajosa barba gris en pequeños copos de nieve. Estaba mordiendo su pipa con gesto nervioso, sin embargo, su mirada retaba a la misma muerte. El viento soplaba fuertemente, haciendo avanzar a la colosal nave a un ritmo muy lento y perforando las ya desgastadas velas blanco roto, las cuales colgaban como una fila de trapos sucios. Los cabos se escapaban de sus nudos, mientras que los marineros rodaban de un lado a otro del barco como barriles de pescado. La tempestad atacaba el frente del enorme navío, al mismo …
Tomemos un café en El Cielo
Corría como nunca antes lo había hecho. A pasos de gigante intentaba alejarme de aquel horrible recuerdo. Mi respiración se entrecortaba con cada zancada que daba. No podía pararme. No, tras haber visto aquel charco de sangre bajando en sinuosas curvas espesas. No podía. El olor a metal me perseguía y podía llegar a notar su sabor oxidado en mi garganta, presa de aquel frío de comienzos de noviembre. No hacía mucho que me había mudado a aquel piso en pleno centro de la ciudad. Su propietario estaba desesperado por venderlo y, teniendo en cuenta mi precaria situación económica, resultó ser una ganga. A pesar de su bajo precio, resultó ser un piso fantástico y, aunque sus habitaciones no eran especialmente grandes, tenía dos plantas …
Una Caperucita de tantas
Una fina línea de gotas color escarlata se deslizaba por su blanquecina y suave piel, aquella piel que tantas veces había sido golpeada y maltratada por los entresijos del amor. Su mirada se perdía en un punto lejano de la pared de mármol blanco de calacatta, aquel que había elegido con las reformas de su nuevo hogar, con la ilusión de una recién casada dispuesta a cumplir su papel de buena mujer y complacer a su recién estrenado marido. Olía a su champú favorito, al champú de lavanda que le había acompañado toda una vida. Sin embargo, aquel olor dulzón se mezclaba con el amargo y seco aroma de los Lucky Strike. Un cigarrillo a medio consumir asomaba por sus labios, con la marca de …
Dibujos sobre arena mojada
Podía sentir el agua del mar rozando mis pies desnudos, su ir y venir sin fin. Podía hundir mis dedos sobre la arena mojada, levantando pequeños bloques de arena compacta. El sonido de las olas ocupaba todo mi campo auditivo, era como llevar cascos conectados al dispositivo mar. Lo mejor era sentir el calor del sol bañando mi rostro, con ese calor único del atardecer de agosto, suave y tostado, delicado y dulce, como un amante cuidadoso. Me encantaba extender los brazos y sentir la brisa marina sobre mi piel, haciendo bailar mi vestido azul a su son, besando aquellas partes quemadas por el calor del sol, despeinando mi ya desordenada larga melena morena. Podía estar con los ojos cerrados y sentir todo eso, no …
La casa de mis sueños
En aquel pueblo los rumores estaban a la orden del día, se podría decir que formaban tan parte del lugar como los propios habitantes. Se acumulaban como el polvo en las estancias de cada casa, volviéndose poco a poco parte de las historias populares que llenaban las conversaciones de sus vecinos. Siempre se repetían los mismos cuentos llenos de chismes y supersticiones y daba igual el lugar en donde apareciesen: en el pequeño y siempre vacío mercado, donde los comerciantes intentaban vender sus escasos y caducos productos; en la escuela, cada vez más llena de aulas sin niños y libros que se deshacían como el hojaldre; en las granjas que se habían quedado sin más animales que sacrificar o criar; en los campos secos y …